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miércoles, 21 de junio de 2017

EL CASTILLO SEGÚN PLANO Y ALZADOS DEL MONITEUR DES ARCHITECTES. (1853)

(Reproducimos en esta entrada , un articulo que publique en la revista EL ROLLO, nº38  año 2013 )

Larga es la historia  del castillo de Guadamur con sus cinco siglos y medio de existencia. En sus primeras décadas los constructores, la familia López de Ayala, que por esos años recibieron el título de Condes de Fuensalida(1470),  se aprovecharon del edificio, utilizándolo como refugio, en breves periodos, cuando las cosas le iban mal en Toledo, que para ese fin lo construyeron.
       Finalizado el siglo XV, marcado por guerras civiles entre la nobleza española, el castillo perdió su finalidad primigenia de defensa y se utilizó durante los siglos XVI y XVII como residencia de nobles, unas veces voluntaria, como lo hacían los propios  Condes de Fuensalida  sus propietarios,  en muy contadas ocasiones y otras veces sirvió de residencia forzosa de otros nobles, ya que también fue cárcel secreta de la Inquisición.
       En época de Felipe II el castillo conservaba sus armas antiguas y su alguacil o alcaide con su salario, que tenía cuidado de la fortaleza y también de  sus ilustres presos.
            En el siglo XVIII lo vemos ya desocupado y con cierto abandono, ya que, no tenía  alguacil que lo gobernase como había ocurrido hasta el siglo anterior. Los alcaldes de la fortaleza  durante el siglo XVI y parte del siglo XVII eran representantes del conde en el ayuntamiento de la localidad.

            En 1752, seguía estando cerrado, ya que en el Catastro del Marqués de la Ensenada que se realiza en Castilla, para la elaboración  de una contribución estatal única, no figura como habitado, ni tampoco en el padrón de familias que acompaña al catastro hay ninguna persona con relación directa con el castillo. Era su dueño  el  VII Marques de Estepa Don Juan Bautista Centurión Fernández Velasco que también era  XIV Conde de Fuensalida, al cual tributaban los vecinos de Guadamur.

            Sucinta y  más detallada información  la tenemos en 1788, en una descripción  que el cura de Guadamur y su ayudante o sacristán, envían a la corte de Carlos III, información requerida por el geógrafo del rey, Tomás López para hacer con estas informaciones, una Gran Geografía de España y de sus posesiones de Ultramar. Por muerte de su anterior propietario don Juan Bautista Centurión en 1785, había heredado el castillo, las tierras marquesados y condados su hermana María Luisa Manuela Antonia Teresa Francisca de Asís Centurión y Velasco, XV Condesa de Fuensalida  y VII Marquesa de Estepa.
            Además de los datos económicos de la villa y de su término, Don Juan José de Funes  y su ayudante, recorrieron el castillo y nos hacen una descripción muy detallada de cómo se encontraba en ese año. Abandonado y sin nadie que lo cuidase, se había empezado a deteriorar, sobre todo la barbacana  o muralla exterior, próxima al foso , cuyas almenas, cuando las tenia, estaban muy arruinadas.
 Queriendo aconsejar para que se diese al castillo alguna utilidad, finaliza su descripción con el siguiente consejo:
   
.......Un castillo de esta  clase  es una lástima no se repare, y se ponga el mayor cuidado para su conservación, lo cierto es que si lo van dejando vendrá con el tiempo a arruinarse, y ahora reparándolo, pudieran muchos vecinos habitarlo y estaría curioso y limpio

 Esa premonición de deterioro del castillo, se cumple y se incrementa por la acción humana, pues entre los años 1808 y 1812, el castillo es ocupado por un destacamento de caballería francés, en plena Guerra de la Independencia, que al tener que abandonarlo, en su retirada hacia el norte,  lo incendian e incluso vuelan el torreón norte de la barbacana, que les había servido de polvorín.


          El castillo y buena parte de las tierras del término de Guadamur , pertenecían  entonces por herencia a Don Bernardino Fernández de Velasco, Duque de Frias, Conde de Fuensalida,etc. Si bien las tierras  y  la casa de labor las tenía arrendadas a  medianos labradores de Guadamur, el castillo seguía abandonado y sin ninguna ocupación, por su marcado deterioro.


En torno a 1852, en periodo de su  mayor abandono  acertó a pasar por Guadamur  Don José María  Cuadrado, quien en su libro Recuerdos y Bellezas de España, nos habla así del castillo:
            “Cual novel caballero sin divisa en el escudo, bien que gentil y ricamente armado, gallardea en el oscuro pueblo de Guadamur , distante dos leguas al oeste de Toledo, un castillo cuya historia y pertenencia es al par desconocida, y cuyo origen alumbraron  los últimos años del siglo XV  o los primeros del  XVI. Sírvele como de peana un fuerte antemural , siguiendo en sus líneas  la planta del edificio: cuadrada perfectamente es esta , resaltando en las esquinas redondos torreones y en el centro de cada cortina un ángulo agudo hasta la altura del primer cuerpo , que ciñe una serie de modillones  sin matacanes  ni almenas; y del seno de estas partes avanzados suben los pequeños cubos, que incrustados en el segundo cuerpo  irguen su almenada  frente sobre el adarve superior. Al ángulo de poniente se arrima la gran torre cuadrilonga del homenaje, un tercio más alta y en su remate flanqueada de seis cubos, cuya repisa esmaltan cordones de bolas, tan usados en aquella época; pero allí también, no sabemos que bárbara mano, despojo  de su corona los modillones que la guarnecen. Por todos los muros  se notan esparcidos  los blasones de su ignorado dueño, abrense  pequeñas y numerosa ventanas   de arco achatado, el dintel sencillo y fuerte de la entrada aparece entre dos columnitas; y en medio de tal desnudez de adorno no es sorprendente la gracia y belleza del conjunto debida  a su  elegante y acicalada regularidad. Pero cuanto lozano y robusto se muestra en el exterior, otro tanto ofrece de ruinoso hacia dentro , hundidos los tres pisos de sus estancias , confundido el cuadrado patio con los salones sin techumbre , que por dos filas de arcos con él comunicaban, y sin embargo  revelando en las inscripciones de los frisos la piedad de sus moradores , y en su restos  de magnificencia el periodo de interior sosiego  en que ya los castillos se convertían en palacios. 
            En cita a pie de página  describe  los escudos que encuentra adosados  por  todo el castillo, diciendo que le parecen leones  con ocho aspas  a su derredor, lo que realmente son lobas. Al no ser experto heráldica ni en genealogía, no reconoce el escudo de los Ayala  constructores de la fortaleza.
            También describe los tres escudos de la puerta, sin reconocer  a sus dueños,   uno el descrito anteriormente y  los otros dos,  uno con barras diagonales, que hoy sabemos es de Castañeda y el otro con león rampante que es el de Silva.  Habla también en estas notas que,  repartidos por los salones hay trozos de frisos  con inscripciones de salmos y oraciones latinas.
En el zaguán  aún se conservaba  el salmo  CXXVI de la Biblia:

            Nisi Dominus custodierit civitaem , frusta vigilat qui custodit eam.
            Si el señor no custodia la ciudad, en vano vigilan los centinelas.

El castillo antes de su restauración decimonona.



            No sabemos que les motivó a los vecinos de Guadamur Don  José Guillermo Sánchez de Diego ,  Don Bonifacio Rodríguez  Sánchez  y a Don Ildefonso Bejerano Vázquez, vecino de Gálvez., a comprar el castillo en 1880  al descendiente de Don Bernardino Fernández Velasco  duque de Friás . Durante esos años,  estos tres vecinos alojan en él a pobres y necesitados. Siete años estuvo en manos de estos propietarios, sin embargo su deterioro era notable.
 En  el mes de mayo de 1887  D. Jerónimo López de Ayala y del Hierro Vizconde de Palazuelos   , descendiente también de los Ayala y yerno del Conde de Asalto, anima a éste a comprarlo para su restauración y  segunda vivienda. Don Ramón Morenés y Tord había nacido en la Nou del Gaya de la Provincia de Tarragona  en 1835. Fue  senador electo  en la cámara  alta por la provincia de Tarragona  en las legislaturas 1876-77, 1884-85 y 1891-93. Estaba casado con  doña María Fernanda García- Alessón y Pardo de Rivadeneyra , VI Condesa de Asalto de quien lleva el título.
D.Carlos Morenés y Tord


En el contrato de venta que se realiza  ante el notario Mauricio Sánchez Figueroa  con residencia en Polán, pero natural de Guadamur,  el 28 de mayo de 1887 ya se informa  a quien había pertenecido el castillo antes de 1880 y  del estado del castillo con las siguientes palabras:
Que al Excelentísimo Señor Duque de Frías le pertenecía en esta dicha Villa en pleno dominio un castillo ruinoso extramuros de la misma situado en el Cerro que llaman de la Natividad , compuesto de una Torre, plaza de armas y varias piezas todo ello en muy mal estado  y rodeado de murallas ignorándose la medida superficial que ocupa, que linda por los cuatro puntos cardinales con terrenos de varios de los vecinos y la Ermita de la Natividad.

La restauración obrada desde 1888  es muy concienzuda y documentada,  y  con acierto, no en balde Don Jerónimo era especialista en historia del arte  y  el conde un gran medievalista.
           Las recientes pesquisas  a través de Internet sobre Guadamur , van dando como resultado la aparición de documentos,  que nos muestran  nuevos datos históricos de nuestra localidad . En este caso fue Alejandro de la Fuente Escribano, que sondeando  en la casa de subastas  Ebay , localizó los  documentos que estudiamos en este artículo. Su adquisición por el incansable coleccionista de toda publicación relacionada con esta villa,  Jorge Gascón Rodríguez, al que agradecemos nos los haya  dejado reproducir, nos ha permitido hacer este pequeño artículo.
            Se trata de tres grabados procedentes de la revista francesa  Le Moniteur des architectes  editada en Paris entre los años 1847 y 1900 en tres etapas o épocas, en las que cambia su periodicidad.
             
            A manera de hipótesis y observando detenidamente las tres láminas de Le Moniteur des architectes parecen ser  los planos que se hacen del castillo para una restauración, ya que se representan también  en ellos,  modelos de celosías o balaustres para la barandas del patio que se habían perdido, yendo a parar a las casas que se construyen en la localidad a mediados del siglo XIX. También se plasman en estos alzados  recreaciones de partes del castillo que estaban desaparecidas. ¿Qué finalidad tuviron estos grabados?  Cada vez más nos acercamos a pensar que fueron un mero estudio destinado a su publicación en esta revista. Al menos se desconocen intentos de restaurar el castillo a mediados del XIX

Desde luego Don Carlos Morenés  y Tord, en  1853, es muy difícil que , tan tempranamente,  con 18 años, se interesara por el castillo. Lo que si es posible que en 1887 cuando lo compra conociera este estudio de restauración arquitectónica.


       Plano 441 Vol. 37.- Representa el alzado del castillo desde su cara de poniente con la inclusión de un corte o sección de la barbacana. Lo primero que nos llama la atención es  que en el alzado,  el arquitecto ha reconstruido las partes que le faltan al castillo dibujándolas tal y como cree que se ha de reconstruir. Corona  la torre  con un antepecho almenado sobre los modillones  o canecillos existentes  y rematando las escaraguaitas con un antepecho corrido sin almenas .
        A la cara norte de la torre adosa un edificio almenado, que se extiende desde las torrecillas del puente levadizo, hasta la propia pared norte de la torre del homenaje. El edificio está terrado y rematado con amenas. Esta construcción  , que vemos  medio arruinada en las antiguas fotografiás del castillo, era el cuerpo de guardia  que había que atravesar obligatoriamente, para entrar a la ronda del castillo y que había sufrido algunas modificaciones a los largo de los siglos XVI Y XVII. Su terraza servia de comunicación entre el primer piso de la torre del homenaje,  la armería en donde el Conde de Asalto ubicó también la sala de armas , hasta las defensas del puente levadizo.
            Sobre los modillones que recorren el castillo a media altura, el arquitecto,  dibuja las almenas para que se restauren, como las que tuvo que tener el castillo. Posiblemente estas  almenas fuesen labradas en piedra berroqueña, lo que facilitó que vecinos de Guadamur las reutilizaran en la construcción de  casas de la localidad.
       Adorna el muro del terrado del castillo con una serie de ventanas caladas  que no se llegaron  hacer.


Plano 442  Vol. 37.- Alzado del castillo desde su cara sureste, con corte además de la barbacana y del  propio castillo en donde se puede observar los distintas dependencias de este y la variedad de bóvedas  que lo sustentan , sucediéndose las bóvedas ojivales,  de medio punto y las mas atrevidas de arco rebajado . La ubicación de los vanos o ventanas no se corresponde con la actual  y es de suponer que el arquitecto las ubico con un mero carácter estético y el restaurador no lo respetó  y aumento  y consolidó los ventanales existentes.


Plano 443 Vol.37.- Este tercer y último plano del castillo publicado por A.Grim editor con domicilio en le Boulevard du Temple numero 72 , que imaginamos fuese el mismo del la revista , presenta la planta del castillo y el modelo de dos celosías para baranda.
            El detalle del plano, nos hace pensar que el arquitecto que lo levantó, tuvo que tomar medidas in situ  si bien , el relación con su planimetria actual tiene unos pequeñas diferencias ,  relacionadas con los accesos a la ronda del castillo y la entrada al zaguán..
            Nada más pasar el puente levadizo el arquitecto representa la planta del cuerpo de guardia , que se ubicaba entre el los torreones del puente y la torre del homenaje y que representa en el alzado 441.
Fotografía anterior a 1888, en la que se puede apreciar el cuerpo de guardia que existía entre el puente levadizo y la torre del homenaje, enmarcada por un alfiz se ve la puerta de medio punto que tuvo un rastrillo.


            ¿Que le llevó a Don Carlos Morenés y Tord a derruir y no reconstruir  dicho cuerpo de guardia?   Posiblemente , primeramente permitir la entrada de carros y carretas con materiales para la obra y  finalizada esta, permitirle la entrada de coches de caballos.


PEDRO ANTONIO ALONSO REVENGA

           

                

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