Larga es la historia del castillo de Guadamur con sus cinco siglos
y medio de existencia. En sus primeras décadas los constructores, la familia
López de Ayala, que por esos años recibieron el título de Condes de
Fuensalida(1470), se aprovecharon del
edificio, utilizándolo como refugio, en breves periodos, cuando las cosas le
iban mal en Toledo, que para ese fin lo construyeron.
Finalizado el
siglo XV, marcado por guerras civiles entre la nobleza española, el castillo
perdió su finalidad primigenia de defensa y se utilizó durante los siglos XVI y
XVII como residencia de nobles, unas veces voluntaria, como lo hacían los
propios Condes de Fuensalida sus propietarios, en muy contadas ocasiones y otras veces
sirvió de residencia forzosa de otros nobles, ya que también fue cárcel secreta
de la Inquisición.
En época de
Felipe II el castillo conservaba sus armas antiguas y su alguacil o alcaide con
su salario, que tenía cuidado de la fortaleza y también de sus ilustres presos.
En el siglo
XVIII lo vemos ya desocupado y con cierto abandono, ya que, no tenía alguacil que lo gobernase como había ocurrido
hasta el siglo anterior. Los alcaldes de la fortaleza durante el siglo XVI y parte del siglo XVII
eran representantes del conde en el ayuntamiento de la localidad.
En 1752,
seguía estando cerrado, ya que en el Catastro del Marqués de la Ensenada que se
realiza en Castilla, para la elaboración
de una contribución estatal única, no figura como habitado, ni tampoco
en el padrón de familias que acompaña al catastro hay ninguna persona con
relación directa con el castillo. Era su dueño
el VII Marques de Estepa Don Juan
Bautista Centurión Fernández Velasco que también era XIV Conde de Fuensalida, al cual tributaban
los vecinos de Guadamur.
Sucinta
y más detallada información la tenemos en 1788, en una descripción que el cura de Guadamur y su ayudante o
sacristán, envían a la corte de Carlos III, información requerida por el
geógrafo del rey, Tomás López para hacer con estas informaciones, una Gran
Geografía de España y de sus posesiones de Ultramar. Por muerte de su anterior
propietario don Juan Bautista Centurión en 1785, había heredado el castillo,
las tierras marquesados y condados su hermana María Luisa Manuela Antonia
Teresa Francisca de Asís Centurión y Velasco, XV Condesa de Fuensalida y VII Marquesa de Estepa.
Además de
los datos económicos de la villa y de su término, Don Juan José de Funes y su ayudante, recorrieron el castillo y nos
hacen una descripción muy detallada de cómo se encontraba en ese año.
Abandonado y sin nadie que lo cuidase, se había empezado a deteriorar, sobre
todo la barbacana o muralla exterior,
próxima al foso , cuyas almenas, cuando las tenia, estaban muy arruinadas.
Queriendo aconsejar para que se diese al
castillo alguna utilidad, finaliza su descripción con el siguiente consejo:
.......Un castillo de esta clase
es una lástima no se repare, y se ponga el mayor cuidado para su
conservación, lo cierto es que si lo van dejando vendrá con el tiempo a
arruinarse, y ahora reparándolo, pudieran muchos vecinos habitarlo y estaría
curioso y limpio
Esa premonición de deterioro del
castillo, se cumple y se incrementa por la acción humana, pues entre los años
1808 y 1812, el castillo es ocupado por un destacamento de caballería francés,
en plena Guerra de la Independencia, que al tener que abandonarlo, en su
retirada hacia el norte, lo incendian e
incluso vuelan el torreón norte de la barbacana, que les había servido de
polvorín.
El castillo
y buena parte de las tierras del término de Guadamur , pertenecían entonces por herencia a Don Bernardino
Fernández de Velasco, Duque de Frias, Conde de Fuensalida,etc. Si bien las
tierras y la casa de labor las tenía arrendadas a medianos labradores de Guadamur, el castillo
seguía abandonado y sin ninguna ocupación, por su marcado deterioro.
En torno a
1852, en periodo de su mayor
abandono acertó a pasar por
Guadamur Don José María Cuadrado, quien en su libro Recuerdos y Bellezas de España, nos
habla así del castillo:
“Cual novel caballero sin divisa en el
escudo, bien que gentil y ricamente armado, gallardea en el oscuro pueblo de
Guadamur , distante dos leguas al oeste de Toledo, un castillo cuya historia y
pertenencia es al par desconocida, y cuyo origen alumbraron los últimos años del siglo XV o los primeros del XVI. Sírvele como de peana un fuerte
antemural , siguiendo en sus líneas la
planta del edificio: cuadrada perfectamente es esta , resaltando en las
esquinas redondos torreones y en el centro de cada cortina un ángulo agudo
hasta la altura del primer cuerpo , que ciñe una serie de modillones sin matacanes
ni almenas; y del seno de estas partes avanzados suben los pequeños
cubos, que incrustados en el segundo cuerpo
irguen su almenada frente sobre
el adarve superior. Al ángulo de poniente se arrima la gran torre cuadrilonga
del homenaje, un tercio más alta y en su remate flanqueada de seis cubos, cuya
repisa esmaltan cordones de bolas, tan usados en aquella época; pero allí también, no sabemos que bárbara mano, despojo
de su corona los modillones que la guarnecen. Por todos los muros se notan esparcidos los blasones de su ignorado dueño,
abrense pequeñas y numerosa
ventanas de arco achatado, el dintel
sencillo y fuerte de la entrada aparece entre dos columnitas; y en medio de tal
desnudez de adorno no es sorprendente la gracia y belleza del conjunto
debida a su elegante y acicalada regularidad. Pero cuanto
lozano y robusto se muestra en el exterior, otro tanto ofrece de ruinoso hacia
dentro , hundidos los tres pisos de sus estancias , confundido el cuadrado
patio con los salones sin techumbre , que por dos filas de arcos con él
comunicaban, y sin embargo revelando en
las inscripciones de los frisos la piedad de sus moradores , y en su
restos de magnificencia el periodo de
interior sosiego en que ya los castillos
se convertían en palacios.”
En
cita a pie de página describe los escudos que encuentra adosados por
todo el castillo, diciendo que le parecen leones con ocho aspas a su derredor, lo que realmente son lobas. Al
no ser experto heráldica ni en genealogía, no reconoce el escudo de los
Ayala constructores de la fortaleza.
También
describe los tres escudos de la puerta, sin reconocer a sus dueños, uno el descrito anteriormente y los otros dos, uno con barras diagonales, que hoy sabemos es
de Castañeda y el otro con león rampante que es el de Silva. Habla también en estas notas que, repartidos por los salones hay trozos de
frisos con inscripciones de salmos y
oraciones latinas.
En el
zaguán aún se conservaba el salmo
CXXVI de la Biblia:
Nisi Dominus custodierit civitaem , frusta
vigilat qui custodit eam.
Si el señor no custodia la ciudad, en vano vigilan los
centinelas.
El castillo antes de su restauración decimonona. |
No sabemos que les motivó a los
vecinos de Guadamur Don José Guillermo Sánchez de Diego , Don Bonifacio Rodríguez Sánchez
y a Don Ildefonso Bejerano Vázquez, vecino de Gálvez., a comprar
el castillo en 1880 al descendiente de Don Bernardino Fernández
Velasco duque de Friás . Durante esos
años, estos tres vecinos alojan en él a
pobres y necesitados. Siete años estuvo en manos de estos propietarios, sin
embargo su deterioro era notable.
En el
mes de mayo de 1887 D. Jerónimo López de
Ayala y del Hierro Vizconde de Palazuelos
, descendiente también de los Ayala y yerno del Conde de Asalto, anima a
éste a comprarlo para su restauración y
segunda vivienda. Don Ramón Morenés y Tord había nacido en la Nou del
Gaya de la Provincia de Tarragona en
1835. Fue senador electo en la cámara
alta por la provincia de Tarragona
en las legislaturas 1876-77, 1884-85 y 1891-93. Estaba casado con doña María Fernanda García- Alessón y Pardo de Rivadeneyra ,
VI Condesa de Asalto de quien lleva el título.
D.Carlos Morenés y Tord |
En el contrato de
venta que se realiza ante el notario
Mauricio Sánchez Figueroa con residencia
en Polán, pero natural de Guadamur, el
28 de mayo de 1887 ya se informa a quien
había pertenecido el castillo antes de 1880 y
del estado del castillo con las siguientes palabras:
Que al Excelentísimo Señor Duque de
Frías le pertenecía en esta dicha Villa en pleno dominio un castillo ruinoso
extramuros de la misma situado en el Cerro que llaman de la Natividad ,
compuesto de una Torre, plaza de armas y varias piezas todo ello en muy mal
estado y rodeado de murallas ignorándose
la medida superficial que ocupa, que linda por los cuatro puntos cardinales con
terrenos de varios de los vecinos y la Ermita de la Natividad.
La restauración
obrada desde 1888 es muy concienzuda y
documentada, y con acierto, no en balde Don Jerónimo era
especialista en historia del arte y el conde un gran medievalista.
Las
recientes pesquisas a través de Internet
sobre Guadamur , van dando como resultado la aparición de documentos, que nos muestran nuevos datos históricos de nuestra localidad
. En este caso fue Alejandro de la Fuente Escribano, que sondeando en la casa de subastas Ebay , localizó los documentos que estudiamos en este artículo.
Su adquisición por el incansable coleccionista de toda publicación relacionada
con esta villa, Jorge Gascón Rodríguez,
al que agradecemos nos los haya dejado
reproducir, nos ha permitido hacer este pequeño artículo.
Se trata de
tres grabados procedentes de la revista francesa Le Moniteur des architectes editada en Paris entre los años 1847 y 1900 en
tres etapas o épocas, en las que cambia su periodicidad.
A manera de hipótesis y observando
detenidamente las tres láminas de Le Moniteur des architectes parecen
ser los planos que se hacen del castillo
para una restauración, ya que se representan también en ellos,
modelos de celosías o balaustres para la barandas del patio que se
habían perdido, yendo a parar a las casas que se construyen en la localidad a
mediados del siglo XIX. También se plasman en estos alzados recreaciones de partes del castillo que
estaban desaparecidas. ¿Qué finalidad tuviron estos grabados? Cada vez más nos acercamos a pensar que fueron
un mero estudio destinado a su publicación en esta revista. Al menos se
desconocen intentos de restaurar el castillo a mediados del XIX
Desde luego Don Carlos Morenés y Tord, en 1853, es muy difícil que , tan
tempranamente, con 18 años, se
interesara por el castillo. Lo que si es posible que en 1887 cuando lo compra
conociera este estudio de restauración arquitectónica.
Plano 441
Vol. 37.- Representa el alzado del castillo desde su cara de poniente con
la inclusión de un corte o sección de la barbacana. Lo primero que nos llama la
atención es que en el alzado, el arquitecto ha reconstruido las partes que
le faltan al castillo dibujándolas tal y como cree que se ha de reconstruir.
Corona la torre con un antepecho almenado sobre los
modillones o canecillos existentes y rematando las escaraguaitas con un
antepecho corrido sin almenas .
A la cara
norte de la torre adosa un edificio almenado, que se extiende desde las
torrecillas del puente levadizo, hasta la propia pared norte de la torre del
homenaje. El edificio está terrado y rematado con amenas. Esta
construcción , que vemos medio arruinada en las antiguas fotografiás
del castillo, era el cuerpo de guardia
que había que atravesar obligatoriamente, para entrar a la ronda del
castillo y que había sufrido algunas modificaciones a los largo de los siglos
XVI Y XVII. Su terraza servia de comunicación entre el primer piso de la torre
del homenaje, la armería en donde el
Conde de Asalto ubicó también la sala de armas , hasta las defensas del puente
levadizo.
Sobre los
modillones que recorren el castillo a media altura, el arquitecto, dibuja las almenas para que se restauren,
como las que tuvo que tener el castillo. Posiblemente estas almenas fuesen labradas en piedra berroqueña,
lo que facilitó que vecinos de Guadamur las reutilizaran en la construcción
de casas de la localidad.
Adorna el muro
del terrado del castillo con una serie de ventanas caladas que no se llegaron hacer.
Plano 442 Vol.
37.- Alzado del castillo desde su cara sureste, con corte además de la
barbacana y del propio castillo en donde
se puede observar los distintas dependencias de este y la variedad de bóvedas que lo sustentan , sucediéndose las bóvedas
ojivales, de medio punto y las mas
atrevidas de arco rebajado . La ubicación de los vanos o ventanas no se
corresponde con la actual y es de
suponer que el arquitecto las ubico con un mero carácter estético y el restaurador
no lo respetó y aumento y consolidó los ventanales existentes.
Plano 443 Vol.37.- Este tercer y último plano del
castillo publicado por A.Grim editor con domicilio en le Boulevard du Temple
numero 72 , que imaginamos fuese el mismo del la revista , presenta la planta
del castillo y el modelo de dos celosías para baranda.
El detalle
del plano, nos hace pensar que el arquitecto que lo levantó, tuvo que tomar
medidas in situ si bien , el relación
con su planimetria actual tiene unos pequeñas diferencias , relacionadas con los accesos a la ronda del
castillo y la entrada al zaguán..
Nada más
pasar el puente levadizo el arquitecto representa la planta del cuerpo de
guardia , que se ubicaba entre el los torreones del puente y la torre del
homenaje y que representa en el alzado 441.
¿Que le
llevó a Don Carlos Morenés y Tord a derruir y no reconstruir dicho cuerpo de guardia? Posiblemente , primeramente permitir la entrada de carros y carretas con
materiales para la obra y finalizada
esta, permitirle la entrada de coches de caballos.
PEDRO ANTONIO ALONSO REVENGA
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