Las primeras representaciones del castillo de Guadamur se las debemos a los viajeros románticos.Si bien, posiblemente algún dibujante o pintor antyerio pudiese tomar algún boceto del castillo que no conocemos. De todas el paisajismo en la pintura en España no se desarrolla de una manera clara, hasta mediados del siglo XIX. Si conocemos el plano de la planta que en 1590 hizo un aquitecto toledano y que ya publiqué en varios lugares con la historia de la prisión en el castillo de Don Miguel de Piedrola.
El romanticismo, impulsor de estos primeros dibujos, es una tendencia artística que aparece en Europa a principios del siglo XIX, como reacción al Neoclasicismo, por este motivo los románticos, para huir de los cánones clásicos de la anterior tendencia, defienden la libertad , la fantasía y la imaginación. Buscan lo bello entre lo misterioso y utilizan la fantasía para llegar a la belleza. Es por esto , que muchas de las obras pictóricas de los románticos no dudan en exagerar la realidad o deformarla, en aras a resaltar lo misterioso, lo antiguo, sobre todo lo oriental, muy presente en España por la presencia de los árabes en el medioevo. Si bien las representaciones que conocemos del castillo de los románticos no difieren mucho de la realidad, quizás lo engrandecen. El amor de los románticos por lo medieval, le lleva admirar las moradas de los caballeros, que yacían abandonadas y medio arruinadas, pero que, entre sus muros recordaban los ideales de grandeza de su primitivos dueños.
La primera litografiá que por ahora conocemos del castillo, la trae el libro : The Picturesque Antiquities of Spain de Nathaniel Armstrong Well, viajero ingles que edita este libro en Londres en 1846 de su viaje por España e introduce el bello grabado del castillo.
Don Ramón Mesoneros Romanos ,literato y periodista del romanticismo madrileño representa en su Seminario Pintoresco Español, en el número 33 de 13 de agosto de 1850 un bello grabado del castillo , que , aunque no conocemos su autor , pudo ser de Valeriano Bécquer que, como su hermano Gustavo Adolfo , vivió algún tiempo en Toledo y trabajó para esta publicación.
Pocos años después sería otro español, Francisco Javier Parcerisa y Boada, quien pasa sentado varias horas delante del castillo, tomando bocetos para realizar, posteriormente en su estudio, el grabado litográfico del castillo, que vendrá a ilustrar una gran obra que emprende, Recuerdos y Bellezas de España, obra en once volúmenes que pretendía recoger todos los monumentos importantes de España, con comentarios de los estudioso de la época como fueron, Don Pedro de Madrazo, Francisco Pi Margal y José Maria Cuadrado que le toco visitar Guadamur para describir y estudiar su castillo.
El castillo fue representado en el volumen segundo de Castilla la Nueva 1853, en él, Cuadrado describe su estado abandonado y medio derruido en el interior, y se fija en la inscripciones que se conservaban, señal de la piedad de sus antiguos moradores.
Los monumentos litografiados por Parcerisa, no solamente ilustran estos once volúmenes, pues, para sacarlos más beneficio , el propio Parcerisa los edita por separado.
La vista del castillo está tomada desde el mediodía, en los tres grabados, ya que desde esta posición, se puede divisar el castillo competo, sin que palacio y torre del homenaje se estorben mutuamente.
sábado, 20 de marzo de 2010
sábado, 13 de marzo de 2010
PASEOS POR EL GUADAMUR DE LOS SESENTA.
Los años mediados de la década de los sesenta , Guadamur, como la mayoría de los pueblos de España, empiezan a sufrir en lo urbanístico las consecuencias del desarrollismo de aquellos años. Hasta entonces , como refleja la fotografía aérea de la villa , la constante arquitectónica es la de casas bajas o de dos plantas , todas ellas jalbegadas y la presencia en casi todas ellas de patio y grandes corrales.
El suelo de las calles todo el terrizo y la ausencia de coches dan un aspecto de tranquilidad que sin duda era real, en aquella tarde de siesta.
Esta imagen muy poco se podía diferenciar a grandes rasgos de la del mismo lugar dos o tres siglos antes.
Había comenzado la emigración ya , si bien el nivel de ocupación de las viviendas seguía siendo alto, gracias a la alta natalidad de la posguerra y la casi escasa , hasta entonces, construcción de viviendas de nueva planta.
El proceso posterior de urbanización de las grandes huertas interiores, como la huerta de Don Valentín, la Huerta del Gallego y la huerta del Tio Paulino, hacen que, el núcleo urbano crezca en densidad de viviendas y poco en extensión.
Iniciamos nuestro primer paseo, por la entrada de la población, la carretera sitio preferente para salir a pasear, ya que el poco tráfico existente permite caminar sin problemas. Desde principio de siglo cuando se construye la carretera a Navalpino, la diputación construye la actual carretera adecentando el manino que sube al Prado de arriba que se bifurcaba hacia Casasbuenas y Layos.
Las casas de los maestros y el nuevo grupo escolar en la falda del cerro de la Ermita, construido dentro de lo que fue una gran viña cercada, denominada entones Viña del Tio Abdón, habían sido recientemente inaugurados. Equidistante entre la casa del maestro D. Eugenio y las escuelas, no lejos del tendedero de Doña Angelita, un poste de madera bien labrado sustentaba el publiometro, que atendía Don Eugenio , con esquisita meticulosidad, anotando en una libreta, como si de un ritual se tratara las mediciones que dicho recipiente cristalino recogía.
Las escaleras de acceso a las viviendas de los maestros , fueron , durante muchos años, punto de reunión de las pandillas de jóvenes del pueblo, eran el único sitio donde poder sentarse, tras el paseo por la carretera y sirvieron, frecuentemente de escenario fotográfico.
Junto estas viviendas el Malacate, corral con pozo, parte del sistema de suministro de agua para abastecer al Castillo. Lo formaban un pozo en las cercanías de la Fabrica de Harinas “San Antonio” propiedad del Conde de Asalto, otro en el propio malacate, unidos por una red de tuberías de hierro, que abastecían al castillo. En el mismo lugar, pero al otro lado de carretera , la caseta de control del abastecimiento de aguas a la población, que contiene las llaves de paso, de la conducción ,que llevan las aguas del Torcón al depósito, recientemente construido junto a la ermita. Caseta que soportó un grafiti publicitario de FOTO ESTUDIO, a su lado y más próximo a la carretera , otro registro hidraúldico mucho más antiguo , éste, tapado con una losa de granito , pertenecía a la conducción de aguas de la fuente pública de la plaza.
Una vez en el cerro de la ermita, tras subir unas cortas escaleras si quitamiedos ni pasamanos, nos encontramos con este edificio y a su espalda el nuevo depósito de aguas, habiendo desaparecido ya las tapias del cementerio de la localidad que recogió a difuntos desde 1845 hasta 1917.
El castillo acompaña a la ermita como tutelándola y quizás en su interior duerme la siesta , al frescor se sus muros, su propietario el Marqués de Campóo. Las palomas bajan a beber a las aguas verdosas de su estanque.
Mala hora para encontrase con alguien por la calle, solamente una vecina de la Calle de la Natividad se levanta de su silla en el fresco patio, deja la costura y se asoma para ver que pasa a estas horas.
Desembocando en la plaza vemos su nueva casa consistorial y el portalón de la posada abierto, en su interior un calero de Orgáz, que se disponía para la marcha . La fuente pública con sus piedras desgastadas, sigue corriendo pero sin clientela , casi todas las casas han enganchado al agua del Tórcon. Pero, de ven en cuando alguna moza baja con cántaro o botijo a por agua para beber.
Como toque de modernidad , en la pared , al lado de la puerta del taberna de Enrique una gran chapa de publicidad de Cocacola.
Seguimos hacia la plaza cercana en donde veremos el pilar o abrevadero. Antes la droguería en su testero dos nuevos anuncios nos llaman la atención. Nitrato de Chile, Norit y tintes Iberia. En el interior en el taller almacén a la luz de la ventana , el droguero y relojero Miguel con su lupa monóculo arregla un reloj de pulsera.
El pilar abrevadero, que vierte su aguas , recoge las aguas sobrantes de la fuente pública, a última horas de la tarde , tras la larga jornada de trabajo es frecuentado por mulas y burros antes de recogerse en la cuadra. La fuente y el abrevadero abastecidas por las aguas del pozo de la Balsa, fue construido a comienzo de siglo, siendo alcalde Don Lorenzo Navas, después de venir de Filipinas, en donde ejerció de gobernador en Talac. Al fondo una gran mansión, construida por los descendientes de Don Felipe Clemente de Diego, sestea cerrada, con el triste destino de no acoger a inquilino alguno.
Un olor apetitoso, nos recuerda que, en esta plaza, se encuentra el obrador de gofres, que envueltos en papel de celofan con su etiqueta de cartón , gran adelanto para la época, irán a abastecer las tiendas y confiterías selectas de Madrid y Barcelona.
El suelo de las calles todo el terrizo y la ausencia de coches dan un aspecto de tranquilidad que sin duda era real, en aquella tarde de siesta.
Esta imagen muy poco se podía diferenciar a grandes rasgos de la del mismo lugar dos o tres siglos antes.
Había comenzado la emigración ya , si bien el nivel de ocupación de las viviendas seguía siendo alto, gracias a la alta natalidad de la posguerra y la casi escasa , hasta entonces, construcción de viviendas de nueva planta.
El proceso posterior de urbanización de las grandes huertas interiores, como la huerta de Don Valentín, la Huerta del Gallego y la huerta del Tio Paulino, hacen que, el núcleo urbano crezca en densidad de viviendas y poco en extensión.
Iniciamos nuestro primer paseo, por la entrada de la población, la carretera sitio preferente para salir a pasear, ya que el poco tráfico existente permite caminar sin problemas. Desde principio de siglo cuando se construye la carretera a Navalpino, la diputación construye la actual carretera adecentando el manino que sube al Prado de arriba que se bifurcaba hacia Casasbuenas y Layos.
Las casas de los maestros y el nuevo grupo escolar en la falda del cerro de la Ermita, construido dentro de lo que fue una gran viña cercada, denominada entones Viña del Tio Abdón, habían sido recientemente inaugurados. Equidistante entre la casa del maestro D. Eugenio y las escuelas, no lejos del tendedero de Doña Angelita, un poste de madera bien labrado sustentaba el publiometro, que atendía Don Eugenio , con esquisita meticulosidad, anotando en una libreta, como si de un ritual se tratara las mediciones que dicho recipiente cristalino recogía.
Las escaleras de acceso a las viviendas de los maestros , fueron , durante muchos años, punto de reunión de las pandillas de jóvenes del pueblo, eran el único sitio donde poder sentarse, tras el paseo por la carretera y sirvieron, frecuentemente de escenario fotográfico.
Junto estas viviendas el Malacate, corral con pozo, parte del sistema de suministro de agua para abastecer al Castillo. Lo formaban un pozo en las cercanías de la Fabrica de Harinas “San Antonio” propiedad del Conde de Asalto, otro en el propio malacate, unidos por una red de tuberías de hierro, que abastecían al castillo. En el mismo lugar, pero al otro lado de carretera , la caseta de control del abastecimiento de aguas a la población, que contiene las llaves de paso, de la conducción ,que llevan las aguas del Torcón al depósito, recientemente construido junto a la ermita. Caseta que soportó un grafiti publicitario de FOTO ESTUDIO, a su lado y más próximo a la carretera , otro registro hidraúldico mucho más antiguo , éste, tapado con una losa de granito , pertenecía a la conducción de aguas de la fuente pública de la plaza.
Una vez en el cerro de la ermita, tras subir unas cortas escaleras si quitamiedos ni pasamanos, nos encontramos con este edificio y a su espalda el nuevo depósito de aguas, habiendo desaparecido ya las tapias del cementerio de la localidad que recogió a difuntos desde 1845 hasta 1917.
El castillo acompaña a la ermita como tutelándola y quizás en su interior duerme la siesta , al frescor se sus muros, su propietario el Marqués de Campóo. Las palomas bajan a beber a las aguas verdosas de su estanque.
Mala hora para encontrase con alguien por la calle, solamente una vecina de la Calle de la Natividad se levanta de su silla en el fresco patio, deja la costura y se asoma para ver que pasa a estas horas.
Desembocando en la plaza vemos su nueva casa consistorial y el portalón de la posada abierto, en su interior un calero de Orgáz, que se disponía para la marcha . La fuente pública con sus piedras desgastadas, sigue corriendo pero sin clientela , casi todas las casas han enganchado al agua del Tórcon. Pero, de ven en cuando alguna moza baja con cántaro o botijo a por agua para beber.
Como toque de modernidad , en la pared , al lado de la puerta del taberna de Enrique una gran chapa de publicidad de Cocacola.
Seguimos hacia la plaza cercana en donde veremos el pilar o abrevadero. Antes la droguería en su testero dos nuevos anuncios nos llaman la atención. Nitrato de Chile, Norit y tintes Iberia. En el interior en el taller almacén a la luz de la ventana , el droguero y relojero Miguel con su lupa monóculo arregla un reloj de pulsera.
El pilar abrevadero, que vierte su aguas , recoge las aguas sobrantes de la fuente pública, a última horas de la tarde , tras la larga jornada de trabajo es frecuentado por mulas y burros antes de recogerse en la cuadra. La fuente y el abrevadero abastecidas por las aguas del pozo de la Balsa, fue construido a comienzo de siglo, siendo alcalde Don Lorenzo Navas, después de venir de Filipinas, en donde ejerció de gobernador en Talac. Al fondo una gran mansión, construida por los descendientes de Don Felipe Clemente de Diego, sestea cerrada, con el triste destino de no acoger a inquilino alguno.
Un olor apetitoso, nos recuerda que, en esta plaza, se encuentra el obrador de gofres, que envueltos en papel de celofan con su etiqueta de cartón , gran adelanto para la época, irán a abastecer las tiendas y confiterías selectas de Madrid y Barcelona.
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