Como nos cuenta nuestro buen amigo , polaneco, David López-Rey Lumbreras meteorólogo del Canal Extremadura TV en su libro La Riada, Polán 30 de Agosto de 1926. Las tormentas de verano son perturbaciones atmosféricas violentas, acompañadas de aparato eléctrico y precipitaciones en forma de lluvia, granizo y pedrisco.
Riada de la tormenta del año 2000 |
Estas tormentas en el centro peninsular se
suelen dar entre los meses de mayo y de septiembre y se producen por la formación de bajas
presiones en superficie, son denominadas bajas
relativas o térmicas , originadas por el calentamiento del suelo, lo que
facilita que el aire de superficie al
calentarse ascienda y se lleve a capas
altas la humedad superficial, este aire en ascenso cargado de humedad forma grandes nubes en las capas
superiores que al encontrarse en estas con temperaturas más frías, hacen que esta agua se precipite en
forma de lluvia, pedrisco o granizo .
Cuanto mayor sea la diferencia de temperaturas entre las capas superficiales y
las altas capa mayor y mas fuerte serán las precipitaciones.
Intervienen en estas precipitaciones otra
variable, la localización. Quizás el relieve , como las montañas , los valles influyen en que unas zonas u otras sean más propensas, para que se concentren estas precipitaciones,
pero posiblemente el azar o la combinación
de otros factores, pueden hacer que esta localización sea variable.
Lo cierto
es que el 24 de agosto de 1858 , en la
zona de Guadamur denominada Huertas de Guarrazar y El Hazal y las Lomas del
Negro , tuvieron que caer posiblemente 90 litros/m2
Gracias a los registros pluviométricos caídos en Guadamur que D. Eugenio Alonso ,
maestro de Guadamur, mi maestro, recogió durante toda la segunda mitad del
siglo pasado, se han podido establecer la posibilidad de retorno de estas
precipitaciones, y estas nos dicen que cada 100 años más o menos se produce en
la zona una precipitación de 95,8 litros .
Aunque como esta posibilidad no es absoluta, tendríamos que entre los
90 l/m2 que posiblemente cayeron
el Guarrazar el 24 de agosto
de 1858 y los 90 litros/m2 que cayeron
en la famosa NUBE DE LA MAGDALENA del 22
de julio de 1977 trascurrieron algo más de un siglo, en concreto 119 años . Y el punto de máxima
concentración se desplazó unos tres
kilómetros de Norte a Sur.
Don Eugenio Alonso Rodriguez, maestro que recogió durante 50 años las precipitaciones meteorológicas caídas en Guadamur |
Mientras que en 1858 el punto
máximo se tuvo que concentrar en Guarrazar.
En 1977 el punto de máxima
concentración de precipitaciones se dio en las Viñas de Arriba a 3 kilómetros al sur de Guarrazar.
Lo cierto es que el azar, el
relieve, las condiciones atmosféricas o la ley de Gumbel, o todo ello combinado
hicieron que nuestra paisana Escolastica Velasco-Calderón Pérez, tras esa gran tormenta de 1858 , que habia dejado casi al descubierto este tesoro visigodo, espoleada por
unas tremendas ganas de miccionar, descubriera uno de los más bellos de
Europa y se empezase a escribir una de
las más interesantes historias de
tesoros e intrigas que conozco y que he tratado de relatar en mi novela
GUARRAZAR EL TESORO ESCONDIDO.