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martes, 17 de julio de 2018

EL AJARDINADO DEL CASTILLO DE GUADAMUR A FINALES DEL SIGLO XIX


 Tras la restauración estructural  del castillo que tuvo que realizarse en los primeros años de la década de los noventa, siendo propietario Don Carlos Morenés y Tord  Baron de las Cuatro Torres y conde de Asalto, consorte, este  se dedica a intentar ampliar los terreros de la parcela del castillo. Ya en el contrato de compra del edificio y su parcela el  4 de mayo de 1887 a los vecinos de Guadamur José Guillermo Sánchez, Apolinar Rodríguez y al vecino de Gálvez Ildefonso Bejerano Vázquez, no se delimita la extensión superficial de dicha parcela pues se desconocía y como linderos se habla de varios vecinos de Guadamur y de la Ermita de la Natividad. Hasta principios del siglo XIX la parcela del castillo estaba delimitada en su parte sur, oeste y norte por dos caminos. El camino del Carril, continuación de la Calle de la Natividad que la lindaba por el sur y por el oeste y el camino que salía al Camino de Toledo, o Calle de Ayala hoy Calle de Jorge Manrique  que lo hacía por su parte norte. Por  el Este  la parcela tenía una cierta amplitud y era frontera con fincas rusticas de varios vecinos de la localidad, entre ellos Manuel Moreno, Emilio Morales, Amalio Rodriguez, Jesús Alonso y Apolinar Díaz.
El Conde de Asalto y su hijo Luis Morenes  durante casi cuarenta años efectuaron labores continuas de conservación y mejora del castillo y de sus jardines. En la fotografía de 1918 podemos ver a la izquierda al guardés Jorge Gutirrez y su esposa. Al administrador  Patricio Gutierrez (con corbata) y a diversos trabajadores de la localidad contratados por  D. Luis Morenes , marqués de Argueso


                Aunque el castillo se había construido en el siglo XV a un tiro de ballesta de la plaza y de la nueva iglesia, con el paso de los años el crecimiento del pueblo se había hecho también hacia el castillo y algunas de sus viviendas estaban ya relativamente próximas ya a este. Incluso a  mediados del siglo XIX el ayuntamiento ante la inhibición de la diputación provincial,  había construido, en las proximidades del castillo, dos corrales municipales para ganado dentro de la parcela de  la fortaleza ubicados entre la calle de la Natividad y el castillo, corrales  que invaden el foso e incluso utilizan el cubillo noroeste para encerrar reses.
Con el transcurso de los años estos corrales pasaron a manos particulares en concreto a una rama de la familia Patiño. Existían además en las proximidades algunas  pequeñas parcelas con viviendas construidas no sabemos cuándo.

Al  intentar recuperar estos terrenos próximos al pueblo y adquirir algunos otros por el Este, el conde pide a su guarda le especifique de quien son esas las parcelas. Don Carlos Morenés había nombrado como guarda del castillo a un albañil de Guadamur Pedro Gutierrez, con la finalidad de que éste, además de cumplir con finalidad de guardés, se ocupase en terminar la restauración, la construcción de dependencias anexas, hiciera la pared o cercado  de  delimitación de la propiedad y ejerciese también de jardinero. El guardes envía a Don Carlos el siguiente plano  con la especificación de las parcelas que existen por la parte del pueblo y  sus propietarios:

PETICIÓN DE PERMISO A LA DIPUTACIÓN PARA CONSTRUIR UN CORRAL PARA EL GANADO EN EL FOSO DEL CASTILLO.

Andrés  Sánchez, secretario del Ayuntamiento Constitucional de esta villa de Guadamur del que es Alcalde Presidente D. Domingo de la Cruz Figueroa.
               CERTIFICO ,   que  en el libro de actas que lleva el mismo hay una que dice así:

        ACTA : En la villa de Guadamur a quince de marzo de mis ochocientos sesenta y ochos, reunidos  los señores D. Domingo de la Cruz, alcalde presidente, D. Jacinto Alonso teniente de alcalde, D. Facundo Morales, D. Pedro de Diego, D. Andrés Rodríguez, D. Eugenio González  y D. Eusebio  Morales regidores en sus casas de Ayuntamiento el Sr. Presidente declaró abierta la sesión y por D. Eusebio Morales regidor síndico se manifestó:  que muchos vecinos de esta villa le han hablado sobre la conveniencia y necesidad de que se construyan dos corrales de concejos pues de este modo se podrán encerrar con separación los ganados que se aprehendan haciendo daños y se evitarían muchos en la propiedad, en razón a que no le e posible al guarda rural del término denunciar todos los que se encuentren abandonados bien por no conocer a quien pertenecen   o bien porque sus dueños le ocultan la propiedad que tienen sobre el ganado aprehendido fiados en que el guarda no tiene donde encerrarlos y los tiene que dejar para que después se vayan en casas de sus dueños o nuevamente a la siembre   y posesiones a hacer daño quedando por consiguiente sin castigo alguno. La construcción de dichos corrales, el dicente, la considera necesaria y de urgente necesidad en el día y más en cuanto se establezca la guardería rural que con probabilidad  los que se designen a este distrito serán forasteros y no conocerán ni los ganados dañadores ni las propiedades en que los hagan y por estos motivos no podrán denunciar ningún ganado por mucho que aprehendan haciendo daños, porque …….no conocerlos no tiene donde encerrarlos. Por las razones expuestas invita a la Corporación municipal acuerde la construcción de  expresados corrales  aun cuando sea en el foso del Castillo donde Santiago Manrique le ha ofrecido hacerlos por veinte escudos y el solar  que arrinconado existe en esta población y su calle del Prado. La Corporación Municipal vista la justa pretensión del procurador síndico y la necesidad de construir los corrales del concejo acuerda de pedir autorización al señor Gobernador  para ceder el terreno que existe arrinconado en la calle del Prado, al Santiago Manrique para edificar  una casa en el concepto de que por esto se han de construir indicados corrales por cantidad de veinte escudos en la forma que le señala el ayuntamiento y como para esto pudieran destinarse nueve escudos que Juan Sánchez de este vecindario ofrece por un solar inservible junto al Castillo se pide también autorización al Sr. Gobernador para hacer esta cesión y utilizar a este objeto los nueve escudos con más los once restantes que faltan de las economías que resultan en el ejercicio del actual presupuesto municipal. Así lo dijeron y firman expresados señores de que yo el secretario certifico. Siguen las firmas.
        Y para que conste  de orden del Sr. Alcalde y con su Visto Bueno pongo la presente que firman en Guadamur



Iniciadas las negociaciones, puede adquirir mediante compra las parcelas que poseían Saturnino, el zapatero y Julián Patiño, sin embrago Justo Patino Santos, propietario de la parcela que invade el foso y  que  incluso había ocupado uno de los cubillos se niega a venderla. Por ello Carlos Morenés comienza pleito judicial que Justo Patiño pierde y de esta forma el conde consigue dejar el castillo exento, sin ninguna propiedad extraña en las  inmediaciones de  sus muros.

Seguidamente, con la misión intentar  ampliar su propiedad por el oeste y adquirir las parceles y viviendas de lo que era entonces la calle Ayala,  solicita nuevamente  a su sirviente Pedro Gutierrez un segundo plano con la especificación de los propietarios de estas:


Esta vez tiene menos éxito ya que por el O. en las inmediaciones del pueblo y de la calle Ayala, sólo consigue comprar las parcelas de herederos de Facundo Morales, las otras parcelas todas ellas con viviendas pertenecientes a Felipe Moreno, Celedonio Espinosa, Lorenzo de Blas y Jesús Martínez siguen en manos de sus propietarios.
                El plano específica además en la zona unas cuadras, que fueron construidas por el  conde para acoger a sus  caballos y dos coches que poseía  en la localidad, uno de ellos una tartana  cubierta con capota y cortinas y otro abierto de verano. También nos muestra el plano  las dependencias de un convento,  lugar en el que posteriormente  se edificaría el salón de la catequesis parroquial. No se tienen ninguna otra noticia de un convento en Guadamur, pero a manera de hipótesis queremos pensar que el propio conde edificase este modesto convento y lo ofreciese a alguna orden monástica para que atendieran el culto religioso de la capilla del castillo.
Por el oeste tenían fincas rusticas los vecinos de Guadamur ya citados:  Manuel Moreno, Emilio Morales, Amalio Rodriguez, Jesús Alonso y Apolinar Díaz. pero el conde no consigue que le vendan ninguna parcela más.
Una vez definida la propiedad, el conde acomete la ordenación de la parcela y el ajardinado para lo cual elabora el siguiente plano trazando calles y paseos en torno a una gran rotonda. Proyecta cuatro puertas para cubrir las necesidades del castillo. Al camino del Carril abre dos puertas unas en  las inmediaciones de la ermita y otra de hierro también, enmarcada por dos cubillos de fábrica  en el extremo  E. de la finca con salida al camino del  Carril.


El 30 de abril de 1890, el propio conde presenta en Madrid, ante la Comisión de Evaluación y repartimiento de la Contribución Territorial la declaración del castillo y su cercado. La finca rustica , según declara se trata de una tierra de secano con 2 fanegas de segunda calidad y 16 de tercera calidad que junto  a la fanega que ocupa el castillo con su foso y glacis hacen un total de 19,35 fanegas, lo que equivalía a 10 hectáreas 79 áreas y 82 centiáreas.
La construcción de la cerca la efectúa entre los años 1892 al 1896 el guardes sacando piedra para el zócalo de la pared del propio foso del castillo. El foso aunque no estaba cegado del todo contenía una gran cantidad de piedras procedentes del derrumbe de parte de la barbacana y de la voladura que hicieron los franceses de Napoleón del cubillo del Norte. También se desempedró para este fin las piedras de la llamada era del castillo. Cuando esta piedra se acaba, por medio de pequeña voladuras se extrae piedra en la propia parcela al lado del Camino del Carril , en la zona denominada desde el siglo XV, Las Peñas de la Magdalena.


Para el riego de los jardines en los primeros  años, en el pozo cercano a la ermita se instaló un molino de viento que mandaba el agua aun deposito construido en la proximidad  al lado de la puerta  que sale a al cerro de la ermita, una de las cotas más elevadas del cercado. Dicho molino, cuando soplaba el viento, era bastante efectivo, según las palabras del guardés:
  El molino marcha divinamente, el día cinco en tres horas apuró el pozo si hubiera tenido agua saca dos depósitos o más. El aire era de solano y continuo, se quitaban las penas verle marchar.
Vista del castillo en la última década del siglo XIX. En primer término la calle de los Pozos . A la izquierda se puede ver la espadaña de la ermita y el molino de viento que sacaba el agua del pozo para regar los jardines 

Con el paso de los años los propietarios abrieron nuevos pozos, quizás  por agotamiento del pozo de la ermita, uno de ellos que tuvo también molino de viento para sacar el agua estaba ubicado en el centro de la propiedad en una vaguada natural.
La plantación de árboles se hizo con dos fines la delimitación de caminos o para la formación de arboledas. Las variedades más corrientes fueron las siguientes: Acacias  de las cuales se plantó una arboleda en la zona próxima a la ermita, moreras y álamos negros , alternaron en la delimitación de las calles con aligustre y ebonibus . Pocos años después en la gran rotonda se plantó una abundante arboleda de pinos romanos de los cuales han sobrevivido algunos.    


LAS CALLES Y SUS NOMBRES


        


     
Todavía en 1945 se notaban los trazados del jardín, inaugurado medio siglo antes

  Para nominar las calles en conde recurre fundamentalmente  a dos fuentes que quizás serian lo más importante para él,  su linaje y la historia.
Calle de la Mora.- Hace referencia a la leyenda de La Mora del Castillo. Cuando viene el conde a Guadamur se integra en la vida social del pueblo buscando en la localidad las personas que trabajen para él. Llegó a tener más de una veintena de empleados entre el castillo, la Fábrica de Harinas San Antonio y las fincas que compró. Seguramente estas personas son los que le trasmiten esta leyenda.


Calle de las Artes.- Es la más próxima al pueblo tiene un carácter genérico y quizás puso este nombre al considerarse un verdadero mecenas de las artes, no solo por restaurar el castillo. Hay que recordar que fue el verdadero impulsor de la restauración del Monasterio de Poblet incluso aportando cantidades de su propio bolsillo.
Calle de Lopez de Ayala.- Es la que se dirige al puente levadizo  y hace alusión a la familia que levanta el castillo.
Calle de Fuensalida.- La calle más angosta por estar encajonada entre el foso y la calle municipal de La Natividad. Tiene su nombre porque los Lopez de Ayala, nada más terminar el castillo consiguieron de Enrique IV el título de Condes de Fuensalida, pues era en esa villa en donde tenían también la buena parte de su mayorazgo.

Calle del Castillo 1923

Calle del Castillo.- Es la calle que lo bordea desde saliente a poniente. Posiblemente ya existía con este nombre como camino antes de que se cercara el castillo y servía para comunicar el barrio de la ermita con el barrio de San Antón por detrás del castillo.
El castillo desde el Paseo de las Acacias, vemos que en 1923 también se habían plantado eucaliptos

Paseo de las Acacias.- Ubicado entre el castillo y la ermita de la Natividad, ocupó el espacio de la antigua era empedrada denominada del Castillo.
Calle de las Peñas de la Magdalena.- Transcurría  paralela al camino del Carril, y debe su nombre a que en el lugar hay algunos afloramientos rocosos o peñas y Magdalena nos recuerda que antes de construirse la actual iglesia, en torno al año 1470, la ermita de la Natividad era la iglesia parroquial dedicada también a Santa María Magdalena.
Calle de Toledo.- Es la que se dirige a la  puerta que da al camino del Carril. A finales del  siglo XIX  este era el camino más utilizado por los carruajes para salir a la carretera de Toledo.    

Fotografía del pinar en sus primeros años          


Calle de Carlos Costa.- La calle define el final de la propiedad, lindante con los terrenos de secano de vecinos de la localidad que ya hemos citado. En la documentación del Conde figura un Carlos Costa, vecino de Toledo que parece ser administrador de Don Carlos Morenés.
Calle de San Carlos.- Con esta calle ubicada cerca del camino de Toledo se terminaba por contornear toda la propiedad del castillo.
Calle de Guarrazar.- Los condes y especialmente el Conde de Cedillo, yerno de Don Carlos, conocían la importancia del lugar y del tesoro y denominan así a una pequeña calle en dirección al camino de Toledo.
Cañada del Cerro de la Horca.- Esta calle atravesaba la gran rotonda que se plantó con una buena cantidad de pinos romanos   de los cuales se conservan algunos buenos ejemplares. Aquí se recurre a la denominación de cañada, que como todos sabemos es un camino ganadero, orientándose hacia el Cerro de la Horca, en donde Don Pedro Lopez de Ayala I Conde de Fuensalida  levantó este patíbulo para demostrar que era poseedor de la jurisdicción civil y criminal de la villa.
Calle del 13 de Junio.- Esta calle conectaba la rotonda de los pinos con la calle de Toledo para acceder a la puerta del Carril. El matrimonio condal, Carlos y Fernanda, Fernanda y Carlos eran muy devotos de San Antonio de Padua, el 13 de Junio es el día del santo. A uno de sus hijos que fue el Marques de Ceballos-Carvajal lo llamaron así también a la fabrica de harinas que construyeron y fomentaron el culto al santo en la parroquia.
El máximo esplendor de los jardines del castillo se da en las décadas de los años veinte y los primeros años de la década de los treinta, cuando ya el jardín tenia más de cuarenta años. Su abandono forzado por la guerra civil del 36 , supuso perdida de la mayoría de los árboles.

Calle de Carlos V.- Junto a la Cale Toledo y la Calle del Castillo es la entrada principal de carruajes al castillo. Está basada en la tradición que comenta que el Emperador visito el castillo a la muerte de su esposa Isabel de Portugal.
Plaza de San Fernando.- En el punto central de la parcela se ubica esta plaza y en ella confluyen de forma radial las calles que articulan el interior de la finca.
Calle Cuatro Torres.- Va desde la rotonda de los pinos a la plaza de San Fernando , hace alusión a la baronia que tenía el conde al ser IV Baron de las Cuatro Torres
Calle del Conde de Asalto.- Continua a la siguiente calle desembocando en la calle de Carlos V, hace alusión a su esposa que era Maria Fernanda García-Alesson y pardo de Rivadeneyra que era  la VI Condesa de Asalto.
Calle de Felipe el Hermoso.- Calle que va desde la Calle de las artes hasta la Plaza de San Fernando se denomina así en recuerdo de la visita que hizo este personaje  al castillo en 1502.
Calle de la reina Juana.- Llamada así por el mismo motivo que la anterior, comunica el castillo con la plaza de San Fernando.
Calle de los Pozos.- Calle radial también que ocupaba el cauce de una vaguada natural por donde discurrían las aguas de lluvia, en donde existían y aún existen varios pozos.
Calle de Alfonso VI.- Es una pequeña calle que va desde la plaza de San Fernando al picadero. Relacionando este  la leyenda de la mora , ya que según esta fue el enamorado de la princesa musulmana.
Calle del Picadero.- Comunica el picadero con la Calle 13 de Junio.


LA OCUPACIÓN DE LO ESPACIOS.-
  La primera construcción del conde en el  castillo además de la propia restauración, fue una pequeña vivienda intramuros  entre la puerta del puente levadizo y el cubillo de poniente, que sirvió de vivienda del  guardés. En la zona próxima a la antigua calle de Ayala, en la calle de la Mora construye las cuadras que servirán de alojamiento para los caballos y los carruajes.  Hemos citado ya, la presencia de otro edificio denominado convento, donde después  se construiría el salón de la catequesis parroquial.

                Al lado de la puerta del Carril, alejada del castillo se construyen las porquerizas, la casa del guarrero, una alberca y un plato  de baño, para que los cerdos se pudieran bañar en él.  El carácter agrario está muy presente, pues no se desaprovechan los espacios, ya que toda la zona suroeste estaba dedicada a la plantación de cereales de secano, preferentemente  de cebada, que servía  de ayuda para abastecer  a los graneros del conde. Y que en los años propicios venía muy bien, como decía el guardes a los muchos picos que había en el castillo, entre ellos, gallinas , pollos, pavos y pavos reales , que andaban sueltos, estos últimos, en las inmediaciones del  foso.

La zona de las Peñas de la Magdalena sembrada de cebada. A la izquierda junto a la puerta que salía a la ermita una alberca que recogía las aguas del pozo del molino
                Ya hemos referido que en la gran rotonda se planta una arboleda de pinos  y la zona de las porquerizas posiblemente quedo erial o de iriazo como dicen los agricultores del  lugar. En la zona  norte la zona de la vaguada se plantó una viña, que según las noticias, servía para hacer el vino a los condes.  La plantación se efectúa de la forma tradicional como se venía haciendo n la localidad asociando las cepas a “estacas” de olivo.


Todo el jardín del castillo tuvo su mayor esplendor en las primeras décadas del siglo pasado. La guerra civil de 36 provoco al deterioro de los jardines por el abandono y la tala de muchos de sus árboles. Después de esta el Marqués de Campó nieto del conde recuperó parte  de los jardines inmediatos al castillo y plantó nuevos árboles en el entorno del castillo que son los que hoy prevalecen y un  olivar en el resto.   Testigos  de lo que fue el parque del castillo aún quedan pequeños grupos de árboles de diferentes variedades dispersas por la parcela y también han ocupados sus espacios, algunas plantas invasoras como el ailanto.


FUENTES
Archivo Histórico Nacional. Sección  Nobleza.  Casa Peñalver
Fondo de Fotografía Antigua del Ayuntamiento de Guadamur

Pedro A. Alonso   Revenga